Esta
semana, dos preguntas para el debate publicadas en el fan page de un programa
de televisión, llamaron mi atención. Las preguntas fueron: ¿Por qué hoy en día
la cantidad de divorcios se ha elevado tanto? ¿Cuáles creen son las causas de
este hecho? Leyendo las respuestas, todas aludían a la falta de 5 condiciones
básicas, que resultaron siendo las mismas condiciones para que se dé el trabajo en equipo en las
organizaciones, competencia que hoy en día es tan bien valorada ya que mejora
el desempeño de los trabajadores y por lo tanto niveles de producción. Hasta
aquí, podría sonar un tanto descabellado hacer una relación de esta competencia
organizacional con el divorcio, pero si hacemos un análisis y llegamos a poner
en una misma cara de la moneda organización y matrimonio, veremos que comparten
muchos puntos en común, empezando porque ambos forman dos tipos de sistemas
insertos en una misma sociedad.
Un análisis en retrospectiva…
Si
hablamos de matrimonio, es importante primero hablar del papel de la mujer,
sobretodo porque este ha cobrado tal relevancia en la sociedad actual, ya que ha
logrado ocupar el mismo pedestal que el varón. Inconscientemente (y muchas veces de manera
manifiesta) tanto hombre como mujer se encuentran en una lucha de poderes, una
lucha por imponer su propia individualidad, necesidades e intereses, sea en el
ámbito laboral y/o familiar. El papel de la ama de casa, dependiente del marido
como proveedor de alimento y seguridad ha sido desplazado en su casi totalidad
para dar lugar al papel de la mujer independiente , profesional y
autosuficiente, es así que actualmente en la mayoría de familias ambos padres son
profesionales y trabajan, dejando las tareas domésticas y el cuidado de los
niños a terceros, lo cual conlleva a una serie de conflictos al interior del
seno familiar, trayendo como consecuencia en la pareja separaciones y divorcios
y en los niños problemas de conducta y/o aprendizaje. Hasta aquí, esto pareciera
ser la principal causa del tema que nos avoca y la única culpable, la mujer, tan
sólo por querer trascender lo que alguna vez se le impuso como límites; sin
embargo, no hay que caer en la auto indulgencia porque bien sabemos que esto no
es así.
Como
sabemos el matrimonio y las organizaciones forman parte de un sistema, y si
algo en ese sistema cambia, todo se afecta, por lo tanto ese cambio no sólo se
ha producido a nivel del rol que cumple la mujer hoy en día, sino también del
propio hombre, de las familias y organizaciones que forman parte de ese sistema
en el que estamos inmersos, llamado sociedad.
Organizaciones
como familias han sufrido grandes cambios desde hace décadas. Así como se
comenzó a valorar el papel de la mujer dentro del seno familiar y también
laboral, cambiando una serie de percepciones y estructuras dentro de estos dos sistemas,
las organizaciones como tal, también han sufrido grandes cambios; uno de ellos fue
la valoración del capital humano por encima de los niveles de producción
capitalistas, lo que obligó a adoptar un nuevo paradigma en la gestión de sus
procesos y a generar una nueva estructura organizacional más acorde a estos
cambios: A grandes cambios, nuevas estrategias. Pareciera que cada vez son
más las organizaciones que poco a poco
van insertando esta nueva gestión del recurso humano a sus procesos y
estructura así como lo hicieron con el nuevo rol de la mujer; sin embargo ¿qué
pasa con la sociedad del matrimonio, que se resiste aún a sus propios cambios? Los
cambios se dieron, pero parece ser que las estrategias no funcionaron.
Siguiendo
la analogía anterior, creo que es
importante ver al matrimonio como una organización moderna, que ante los
cambios y nuevas demandas de la sociedad a la cual dirige sus bienes y
servicios, se ve obligada a adaptarse a esas circunstancias para ir modificando
sus procesos, su estructura y gestión con el fin de poder satisfacerlas. Es así
que el matrimonio tampoco es estático, aún antes de la venida de los hijos,
pasa por etapas que van modificando sus estructuras internas y externas de comportamiento.
En mi caso, provengo de un matrimonio tradicional donde papá es profesional y
trabaja , mamá también es profesional pero decidió dedicarse a las labores del
hogar, actualmente ya están cerca a cumplir 30 años de casados y desde mi
posición de hija mayor, como espectadora afortunada en primera fila de todos
esos años juntos, tengo la seguridad de que la fórmula mágica que funcionó para
ellos no funcionaría para otras parejas aún en la misma situación, porque
ninguna relación de pareja es igual a la otra, y mucho menos aún para las
parejas modernas que están inmersas en una realidad distinta.
La
nueva sociedad del matrimonio: Funcionando como equipo

Volviendo
al punto inicial que generó todo este análisis, estas 5 condiciones que suelo
tomar como punto de partida para introducir el tema de trabajo en equipo (5
C´s) a mis alumnos de la universidad, y que en este artículo considero también
fundamentales para el trabajo en pareja y familia, son las siguientes:
1. Comunicación. La existencia de una
comunicación eficaz tanto en los equipos de trabajo como en la pareja y
familia, es fundamental para que la dinámica fluya, y tanto sentimientos,
opiniones, problemas como soluciones se expongan en la mesa, de forma adecuada.
Hay que ver a la comunicación como el
hilo que conecta a cada uno de los miembros al interior de la familia y si en
una de sus conexiones se rompe, todo el sistema se ve afectado.
2. Compromiso. Un término que va más
arraigado con nuestros valores, y que al parecer hoy en día en nuestras
relaciones de pareja se ha visto vulnerado. Si no existe compromiso ya sea por
nuestro trabajo o por nuestra pareja, ante la primera dificultad desfallecemos
y optamos por tirar la toalla, y esto es algo que hoy en día se ha vuelto tan
común de observar, sobre todo cuando nos enteramos de matrimonios que fracasan
a los 6 meses o 1 año de casados.
3. Complementariedad. Muchas parejas deciden
casarse pensando que encontraron al complemento perfecto en sus vidas, “su
media naranja”; sin embargo llegado el momento descubren que eran todo lo
contrario. Que los miembros de un equipo posean habilidades complementarias o
congruentes es fundamental para el logro de objetivos, así mismo lo es para una
pareja cuando ambos poseen características y objetivos de vida que se
complementan y confluyen en la misma dirección.
4. Coordinación. Un término que se relaciona
con organización, integración, y con la estructura en sí al interior del equipo
y que finalmente va a facilitar que la dinámica sea aún mucho más efectiva. En
la relación de pareja, sea cuando existen o no hijos de por medio, esto tiene
que ver con la gestión de tiempos, y cuan bien organizados se encuentran para
compartir actividades juntos y en la forma en que son llevadas a cabo. En la
crianza de los hijos, además estaría relacionado al estilo de liderazgo que
ambos padres adopten.
5. Confianza. El ingrediente final y no
menos importante, hasta podría decir el más importante. En toda relación, sea
de equipo o pareja, la confianza es fundamental porque es el soporte sobre el
que construimos lazos fuertes para construir en el caso de la pareja un hogar o
familia y en el caso de los equipos una sinergia positiva que da como resultado
el logro de objetivos. Sin la confianza, somos como seres aislados, incapaces
de dar y recibir a cambio.
Finalmente
no fue del todo ilógico llegar a esta analogía, ya que tanto la pareja como los
equipos en las organizaciones trabajan en conjunto para sacar adelante un
proyecto, que puede ser de corta o larga duración para una organización, pero podría
volverse el proyecto de vida para una pareja.
Ps. Mary
Rodriguez Castro