domingo, 4 de mayo de 2014

Más allá de los equipos de trabajo...Equipos de vida

Esta semana, dos preguntas para el debate publicadas en el fan page de un programa de televisión, llamaron mi atención. Las preguntas fueron: ¿Por qué hoy en día la cantidad de divorcios se ha elevado tanto? ¿Cuáles creen son las causas de este hecho? Leyendo las respuestas, todas aludían a la falta de 5 condiciones básicas, que resultaron siendo las mismas condiciones  para que se dé el trabajo en equipo en las organizaciones, competencia que hoy en día es tan bien valorada ya que mejora el desempeño de los trabajadores y por lo tanto niveles de producción. Hasta aquí, podría sonar un tanto descabellado hacer una relación de esta competencia organizacional con el divorcio, pero si hacemos un análisis y llegamos a poner en una misma cara de la moneda organización y matrimonio, veremos que comparten muchos puntos en común, empezando porque ambos forman dos tipos de sistemas insertos en una misma sociedad.

 Un análisis en retrospectiva…

Si hablamos de matrimonio, es importante primero hablar del papel de la mujer, sobretodo porque este ha cobrado tal relevancia en la sociedad actual, ya que ha logrado ocupar el mismo pedestal que el varón.  Inconscientemente (y muchas veces de manera manifiesta) tanto hombre como mujer se encuentran en una lucha de poderes, una lucha por imponer su propia individualidad, necesidades e intereses, sea en el ámbito laboral y/o familiar. El papel de la ama de casa, dependiente del marido como proveedor de alimento y seguridad ha sido desplazado en su casi totalidad para dar lugar al papel de la mujer independiente , profesional y autosuficiente, es así que actualmente en la mayoría de familias ambos padres son profesionales y trabajan, dejando las tareas domésticas y el cuidado de los niños a terceros, lo cual conlleva a una serie de conflictos al interior del seno familiar, trayendo como consecuencia en la pareja separaciones y divorcios y en los niños problemas de conducta y/o aprendizaje. Hasta aquí, esto pareciera ser la principal causa del tema que nos avoca y la única culpable, la mujer, tan sólo por querer trascender lo que alguna vez se le impuso como límites; sin embargo, no hay que caer en la auto indulgencia porque bien sabemos que esto no es así.

Como sabemos el matrimonio y las organizaciones forman parte de un sistema, y si algo en ese sistema cambia, todo se afecta, por lo tanto ese cambio no sólo se ha producido a nivel del rol que cumple la mujer hoy en día, sino también del propio hombre, de las familias y organizaciones que forman parte de ese sistema en el que estamos inmersos, llamado sociedad.

Organizaciones como familias han sufrido grandes cambios desde hace décadas. Así como se comenzó a valorar el papel de la mujer dentro del seno familiar y también laboral, cambiando una serie de percepciones y estructuras dentro de estos dos sistemas, las organizaciones como tal, también han sufrido grandes cambios; uno de ellos fue la valoración del capital humano por encima de los niveles de producción capitalistas, lo que obligó a adoptar un nuevo paradigma en la gestión de sus procesos y a generar una nueva estructura organizacional más acorde a estos cambios: A grandes cambios, nuevas estrategias. Pareciera que cada vez son más  las organizaciones que poco a poco van insertando esta nueva gestión del recurso humano a sus procesos y estructura así como lo hicieron con el nuevo rol de la mujer; sin embargo ¿qué pasa con la sociedad del matrimonio, que se resiste aún a sus propios cambios? Los cambios se dieron, pero parece ser que las estrategias no funcionaron. 

Siguiendo la analogía anterior,  creo que es importante ver al matrimonio como una organización moderna, que ante los cambios y nuevas demandas de la sociedad a la cual dirige sus bienes y servicios, se ve obligada a adaptarse a esas circunstancias para ir modificando sus procesos, su estructura y gestión con el fin de poder satisfacerlas. Es así que el matrimonio tampoco es estático, aún antes de la venida de los hijos, pasa por etapas que van modificando sus estructuras internas y externas de comportamiento. En mi caso, provengo de un matrimonio tradicional donde papá es profesional y trabaja , mamá también es profesional pero decidió dedicarse a las labores del hogar, actualmente ya están cerca a cumplir 30 años de casados y desde mi posición de hija mayor, como espectadora afortunada en primera fila de todos esos años juntos, tengo la seguridad de que la fórmula mágica que funcionó para ellos no funcionaría para otras parejas aún en la misma situación, porque ninguna relación de pareja es igual a la otra, y mucho menos aún para las parejas modernas que están inmersas en una realidad distinta.

La nueva sociedad del matrimonio: Funcionando como equipo

Dejando de lado las etiquetas, “pareja tradicional”, “pareja moderna”, y volviendo al asunto principal, ¿Cómo es que el matrimonio debería funcionar como una organización? Mi respuesta es, siendo un equipo, sin embargo no pretendo se vea como la “solución” o la “fórmula mágica” para tener éxito y asegurar su perpetuidad, pero si como una herramienta importante que va ayudar definitivamente a gestionar  mejor nuestra vida de pareja y familia. El éxito finalmente en nuestras relaciones es determinado por la genuinidad de nuestros sentimientos y la certeza de nuestras decisiones, y es que para mí el amor de pareja implica sentimiento y decisión, más allá de la gestión que podamos tener en nuestra relación, pero eso es un tema aparte.

Volviendo al punto inicial que generó todo este análisis, estas 5 condiciones que suelo tomar como punto de partida para introducir el tema de trabajo en equipo (5 C´s) a mis alumnos de la universidad, y que en este artículo considero también fundamentales para el trabajo en pareja y familia, son las siguientes:

1.     Comunicación. La existencia de una comunicación eficaz tanto en los equipos de trabajo como en la pareja y familia, es fundamental para que la dinámica fluya, y tanto sentimientos, opiniones, problemas como soluciones se expongan en la mesa, de forma adecuada.  Hay que ver a la comunicación como el hilo que conecta a cada uno de los miembros al interior de la familia y si en una de sus conexiones se rompe, todo el sistema se ve afectado.

2.   Compromiso. Un término que va más arraigado con nuestros valores, y que al parecer hoy en día en nuestras relaciones de pareja se ha visto vulnerado. Si no existe compromiso ya sea por nuestro trabajo o por nuestra pareja, ante la primera dificultad desfallecemos y optamos por tirar la toalla, y esto es algo que hoy en día se ha vuelto tan común de observar, sobre todo cuando nos enteramos de matrimonios que fracasan a los 6 meses o 1 año de casados.

3.   Complementariedad. Muchas parejas deciden casarse pensando que encontraron al complemento perfecto en sus vidas, “su media naranja”; sin embargo llegado el momento descubren que eran todo lo contrario. Que los miembros de un equipo posean habilidades complementarias o congruentes es fundamental para el logro de objetivos, así mismo lo es para una pareja cuando ambos poseen características y objetivos de vida que se complementan y confluyen en la misma dirección.

4.   Coordinación. Un término que se relaciona con organización, integración, y con la estructura en sí al interior del equipo y que finalmente va a facilitar que la dinámica sea aún mucho más efectiva. En la relación de pareja, sea cuando existen o no hijos de por medio, esto tiene que ver con la gestión de tiempos, y cuan bien organizados se encuentran para compartir actividades juntos y en la forma en que son llevadas a cabo. En la crianza de los hijos, además estaría relacionado al estilo de liderazgo que ambos padres adopten.

5.  Confianza. El ingrediente final y no menos importante, hasta podría decir el más importante. En toda relación, sea de equipo o pareja, la confianza es fundamental porque es el soporte sobre el que construimos lazos fuertes para construir en el caso de la pareja un hogar o familia y en el caso de los equipos una sinergia positiva que da como resultado el logro de objetivos. Sin la confianza, somos como seres aislados, incapaces de dar y recibir a cambio.

Finalmente no fue del todo ilógico llegar a esta analogía, ya que tanto la pareja como los equipos en las organizaciones trabajan en conjunto para sacar adelante un proyecto, que puede ser de corta o larga duración para una organización, pero podría volverse el proyecto de vida para una pareja.

Ps. Mary Rodriguez Castro




miércoles, 5 de marzo de 2014

La autenticidad: Punto de partida y llegada

Hace unos meses atrás pasé por la increíble experiencia de llevar un curso de introducción al clown para profesionales de la salud, en el que aprendí a comprender un poco más este término y la relevancia que cobra cuando queremos tener mejor llegada a un público objetivo,  pero en general creo que es interesante reconocer su importancia al momento de relacionarnos a todo nivel, pertenezcamos o no a alguna carrera de este ámbito profesional, tengamos o no la vocación de servicio como pilar fundamental dentro de nuestra amplia lista de competencias, y es que ser auténtico parte de reconocer quién soy, aceptarme tal cual sin negar la existencia de esa parte que me hace vulnerable,  propenso a cometer errores y mostrarme sin máscaras ante los ojos de un público que finalmente comparte la misma raza y título que uno.  

Siguiendo con el relato de mi corta experiencia como clown, admito fui con una idea preconcebida totalmente errónea del curso y es que jamás pensé que un personaje en apariencia insignificante y ridículo pudiera hacer de lo simple algo fantástico y revelar tantas luces de lo que puede ser banal y hasta prohibido para la mayoría de nosotros. Pongo énfasis en el término “personaje”, porque si bien el clown no es la representación de algún personaje sino la representación de uno mismo,  en la vida real “los simples mortales” sí solemos representar a más de uno y muchas veces ninguno de ellos se acerca a quienes realmente somos. Pareciera como si cada uno de nosotros con el paso de los años, fuéramos obligados a ponernos máscaras moldeadas y modificadas por las demandas de una sociedad que va evolucionando en muchos aspectos, pero que cada día se vuelve más deshumanizada.

Pero, ¿quiénes somos realmente? ¿Acaso somos el producto final de las demandas de esta sociedad que nos impone patrones de conducta establecidos como “correctos”?, o ¿es que realmente sólo somos la materia prima de aquel producto? “Yo soy yo y mis circunstancias”, frase célebre del filósofo Ortega y Gasset archiconocida por la mayoría, me da algunas luces a esas preguntas ya que alude a un hombre influido por todo lo que le rodea, medio del cual no se puede desligar.  Por otro lado,  considerando a la personalidad como la base y esencia de nuestro ser y quehacer, es sabido que ésta es determinada por factores biológicos y socioculturales, en otras palabras por la herencia y experiencia de vida. Pero hasta aquí me surge otra incertidumbre ¿cuáles son realmente esas máscaras que nos vamos colocando con el tiempo? ¿Acaso vienen determinadas por aquellas circunstancias y experiencias de vida? Para responder estas preguntas, les pongo un ejemplo típico que comete el clown con frecuencia: Él se encuentra bailando desplazándose de un lado para otro por todo el escenario, cuando de repente en su torpeza, se enreda con sus mismos pies y cae de forma estrepitosa; el público ríe estruendosamente, y en vez de reincorporarse rápido, se queda ahí abajo, observando detenidamente lo que sucede en ese momento a su alrededor y dentro de él, percibiendo cada sensación tanto interna como externa, se da cuenta que el caerse generó la risa del público y de manera fortuita lo vuelve a hacer una y otra vez muy a su estilo, hasta que decide que es momento de continuar con la escena, porque este estado de comodidad no va ser eterno (Como cuando contamos el mismo chiste una y otra vez, va dejando de tener el mismo efecto que al principio y tenemos que reacomodar nuestras estructuras de pensamiento para contar otro).

El trabajo del clown, generalmente consiste en la identificación que genera en las personas a partir de ser auténticos y de reconocer el fracaso como parte fundamental en nuestro crecimiento. En el ejemplo anterior, cualquier persona común, por lo general hubiera tratado de reincorporarse rápidamente y actuar como si nada hubiera pasado, otros quizá se hubieran quedado abajo más tiempo del necesario. Todos cometemos errores en algún momento de nuestras vidas, la mayoría de ellos son comunes entre nosotros, y hasta podría decir que más nos parecemos a los otros en nuestros errores que en nuestros aciertos, porque finalmente para llegar a estos últimos, el fracaso, desacierto, error o como quiera llamársele forma parte del camino y hay que aprender a contemplarlo, asimilarlo, integrarlo a nuestra estructura personal y superarlo. Las máscaras que nos ponemos finalmente son eso, máscaras que ocultan nuestro verdadero rostro, nuestras partes débiles, nuestros errores, aquello que creemos vetado por los demás y sobretodo por nosotros mismos; no reconocer todo aquello, es no reconocer parte de nosotros y retardar nuestro crecimiento. Lamentablemente, vivimos en un mundo en el que cada vez se aclama más la “perfección por sobre todas las cosas”, desvirtuándose el concepto real de “ser cada vez mejores personas” y no unas simples máquinas infalibles.

Ser auténticos, es algo que comienza en nuestro interior, a partir de reconocer lo blanco y lo negro, integrándolos en nuestro ser para buscar ser mejores, porque la autenticidad no solamente es quedarnos en reconocer quiénes somos y mostrarnos tal cual sino que trasciende ese significado y busca que seamos fieles a nuestro objetivo de vida, partiendo de uno mismo para llegar a ello. Nosotros atraemos lo que somos, por lo tanto es hora de empezar a trabajar en ese ser mejorando lo que queramos cambiar, más no negándolo, siendo más conscientes de quienes somos y lo que queremos, porque una vez que lo hagamos, las brechas se acortaran, el camino se allanará y las respuestas simplemente aparecerán.  Finalmente, todos tenemos un clown interno, y es esa parte de nosotros que de vez en cuando nos hace ver hacia adentro para después mirar hacia afuera con ojos distintos, es esa parte que nos impulsa a ser mejores personas sin dejar de ser uno mismo.


Ps. Mary Rodriguez Castro


"El verdadero y único viaje es el viaje interior"
(María Rilke)